En la medicina moderna, el ejercicio ha sido subestimado durante mucho tiempo, a pesar de los abrumadores estudios que respaldan sus beneficios. Sin embargo, una nueva visión sobre su papel como tratamiento médico está ganando terreno. La terapia del ejercicio no solo es eficaz en la prevención de enfermedades, sino que, adaptada a las necesidades individuales, podría reemplazar o reducir el uso de medicamentos, mejorando la salud y reduciendo la dependencia de tratamientos farmacológicos.
Según un artículo de El País, respaldado por investigaciones recientes, el ejercicio en la dosis correcta puede tener efectos sorprendentes en la salud, desde mejorar la capacidad funcional en personas mayores hasta acelerar la recuperación postoperatoria. El profesor Mikel Izquierdo, catedrático de la Universidad Pública de Navarra, afirma que no prescribir ejercicio, o hacerlo de manera incorrecta, equivale a una mala práctica médica. «Es tan grave como recetar mal un medicamento», asegura Izquierdo, al enfatizar que, como en cualquier tratamiento, la dosis y la intensidad deben ser personalizadas.
Uno de los grandes descubrimientos de la ciencia médica moderna es que el ejercicio físico no solo tiene un papel preventivo, sino que también actúa como un tratamiento efectivo en pacientes con diversas condiciones. Por ejemplo, en casos de depresión, se ha demostrado que el entrenamiento de fuerza puede ser más efectivo que los fármacos, con un 61% de los pacientes mejorando frente al 21% de los que recibieron tratamiento convencional. De igual manera, en personas hospitalizadas, ejercicios de fuerza han mostrado ser útiles para mejorar la capacidad física y cognitiva, así como reducir el riesgo de reingreso.
La prescripción adecuada de ejercicio incluye una combinación de actividades aeróbicas, entrenamiento de fuerza, y ejercicios de equilibrio, especialmente beneficiosos para las personas mayores que corren un alto riesgo de caídas. Según Izquierdo, estos ejercicios deben incrementarse gradualmente para asegurar una mejora continua sin poner en peligro la salud del paciente.
Lo que también se destaca es el potencial del ejercicio para reducir el uso de medicamentos en enfermedades crónicas. En casos de osteoartritis, por ejemplo, los ejercicios en casa pueden ser tan eficaces como los antiinflamatorios. Además, el ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina en personas con diabetes y reduce la presión arterial en aquellos con hipertensión. En términos de costos, la implementación de programas de ejercicio bien diseñados podría aliviar la presión sobre los sistemas sanitarios, especialmente en un contexto de envejecimiento poblacional.
El artículo resalta además los retos que enfrenta la integración del ejercicio en el tratamiento médico convencional. A pesar de sus beneficios, muchos médicos carecen de la formación adecuada para prescribir ejercicio de manera efectiva. Esto subraya la necesidad de un cambio cultural en la medicina, donde el ejercicio se vea como una herramienta tan válida como cualquier medicamento.
En resumen, el ejercicio se está posicionando como una «medicina olvidada» que tiene el poder de transformar la medicina moderna. Si bien los beneficios son claros, su prescripción debe hacerse con cuidado y personalización. Como destaca el artículo de El País, no se trata solo de hacer ejercicio, sino de hacerlo de manera adecuada y en la dosis correcta para que realmente funcione como una terapia eficaz.
Fuentes:
«La terapia olvidada que puede revolucionar la medicina moderna: el ejercicio» – El País (4 de febrero de 2025).
The BMJ, Mikel Izquierdo et al., «La prescripción de ejercicio como tratamiento médico».
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