por Red Papef | Feb 11, 2025 | Artículos, Blog
Una reciente investigación publicada en el British Journal of Sports Medicine ha puesto de manifiesto la importancia de mantener una buena forma física y desarrollar masa muscular a través del ejercicio para reducir el riesgo de muerte por cáncer. Los hallazgos sugieren que quienes presentan mejores condiciones cardiorrespiratorias y una mayor masa muscular tienen entre un 31% y un 46% menos de probabilidades de fallecer, lo que representa un avance significativo en la comprensión de cómo la actividad física influye en la supervivencia de pacientes oncológicos.
Un estudio que refuerza “el ejercicio es medicina”
El estudio ha generado un gran interés en la comunidad científica y en los profesionales de la salud, ya que respalda la idea de que el ejercicio regular no solo mejora la calidad de vida, sino que también actúa como una herramienta preventiva y complementaria en el tratamiento del cáncer. Estos resultados se alinean con la creciente evidencia de que la actividad física y el entrenamiento de fuerza tienen un impacto positivo en diversos aspectos de la salud, incluyendo la función inmunológica, el control de la inflamación y la mejora de la sensibilidad a la insulina.
De acuerdo con el estudio, los participantes que lograron mantener una mayor capacidad cardiorrespiratoria y desarrollar una buena masa muscular presentaron una notable reducción en la mortalidad. Este dato es especialmente relevante, ya que la pérdida de masa muscular –conocida clínicamente como sarcopenia– es un problema común en pacientes con cáncer y en personas de edad avanzada, y se ha relacionado con peores pronósticos y mayor mortalidad. Por ello, fomentar actividades que fortalezcan el músculo no solo es beneficioso para prevenir enfermedades cardiovasculares y metabólicas, sino también para mejorar la supervivencia en casos de cáncer.
Mecanismos detrás del beneficio del ejercicio
Los mecanismos que explican estos beneficios son múltiples y complejos. En primer lugar, el ejercicio aeróbico mejora la capacidad del corazón y los pulmones, lo que permite una mejor oxigenación de los tejidos y un funcionamiento más eficiente de todos los sistemas del organismo. Por otro lado, el entrenamiento de fuerza contribuye al aumento y mantenimiento de la masa muscular, lo que a su vez se asocia a una mayor resistencia frente al estrés metabólico y a una reducción de la inflamación sistémica.
Una mayor masa muscular no solo actúa como reserva de energía y soporte estructural, sino que también puede influir en la regulación de hormonas y citoquinas implicadas en la progresión tumoral. Además, la actividad física ayuda a mejorar la circulación sanguínea y a potenciar la respuesta inmunitaria, factores que pueden facilitar la detección y eliminación temprana de células cancerosas. Estos efectos combinados refuerzan la idea de que un estilo de vida activo puede ser decisivo en el manejo integral del cáncer.
Implicaciones para el tratamiento y la prevención del cáncer
Aunque el ejercicio no sustituye a los tratamientos médicos convencionales, su inclusión en el manejo del cáncer ofrece beneficios adicionales. La actividad física adaptada a las condiciones y capacidades de cada paciente puede complementar la quimioterapia, la radioterapia y otras intervenciones médicas, ayudando a mitigar algunos de sus efectos secundarios. Por ello, cada vez son más los equipos multidisciplinarios que integran fisioterapeutas, entrenadores especializados y médicos para desarrollar programas de rehabilitación y ejercicio personalizados.
Organizaciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el American College of Sports Medicine (ACSM), han promovido durante años la incorporación del ejercicio en la rutina diaria como medida preventiva contra enfermedades crónicas. Este estudio refuerza esos lineamientos y aporta una evidencia adicional de que la actividad física debe ser considerada un componente esencial en la estrategia global de prevención y tratamiento del cáncer.
Recomendaciones para pacientes y profesionales
Ante estos hallazgos, es fundamental que los pacientes, así como las personas que buscan prevenir el desarrollo de enfermedades graves, consulten con sus profesionales de la salud antes de iniciar cualquier programa de ejercicio. La personalización de la actividad física es clave, ya que factores como la edad, el estado físico actual y el tipo de cáncer requieren un enfoque individualizado. Los especialistas pueden recomendar ejercicios aeróbicos, de fuerza o una combinación de ambos, adaptados a las necesidades específicas de cada persona, garantizando así la máxima eficacia y seguridad.
Además, estos resultados deben incentivar a los profesionales del deporte y la salud a seguir investigando la relación entre la masa muscular, la aptitud cardiorrespiratoria y la supervivencia en pacientes con cáncer. Profundizar en estos aspectos no solo permitirá mejorar los protocolos de intervención, sino que también abrirá la puerta a nuevas estrategias terapéuticas que integren la actividad física como un componente central en el manejo oncológico.
En definitiva, la evidencia presentada en este estudio subraya la relevancia de incorporar la actividad física en nuestra vida diaria, no solo como un medio para mejorar la condición física general, sino también como una estrategia potencial para aumentar la supervivencia en casos de cáncer. En PAPEF Andalucía creemos firmemente que promover una vida activa y saludable es fundamental para enfrentar los retos que nos presenta la salud moderna.
Este avance en la investigación nos invita a reflexionar sobre la importancia de mantenernos activos y de trabajar en el fortalecimiento muscular como parte de una estrategia integral de prevención y tratamiento del cáncer. La combinación de un buen estado cardiorrespiratorio y una sólida masa muscular no solo mejora la calidad de vida, sino que también puede marcar la diferencia en momentos críticos, reduciendo significativamente el riesgo de mortalidad.
Incorporar hábitos de ejercicio regular, guiados por profesionales y adaptados a nuestras necesidades, se convierte en una inversión en salud a largo plazo. Así, cada esfuerzo y cada sesión de entrenamiento contribuyen a construir un futuro más saludable y a enfrentar con mayor fortaleza los desafíos que puedan surgir en el camino.
Fuentes: artículo
por Red Papef | Feb 6, 2025 | Artículos
En la medicina moderna, el ejercicio ha sido subestimado durante mucho tiempo, a pesar de los abrumadores estudios que respaldan sus beneficios. Sin embargo, una nueva visión sobre su papel como tratamiento médico está ganando terreno. La terapia del ejercicio no solo es eficaz en la prevención de enfermedades, sino que, adaptada a las necesidades individuales, podría reemplazar o reducir el uso de medicamentos, mejorando la salud y reduciendo la dependencia de tratamientos farmacológicos.
Según un artículo de El País, respaldado por investigaciones recientes, el ejercicio en la dosis correcta puede tener efectos sorprendentes en la salud, desde mejorar la capacidad funcional en personas mayores hasta acelerar la recuperación postoperatoria. El profesor Mikel Izquierdo, catedrático de la Universidad Pública de Navarra, afirma que no prescribir ejercicio, o hacerlo de manera incorrecta, equivale a una mala práctica médica. «Es tan grave como recetar mal un medicamento», asegura Izquierdo, al enfatizar que, como en cualquier tratamiento, la dosis y la intensidad deben ser personalizadas.
Uno de los grandes descubrimientos de la ciencia médica moderna es que el ejercicio físico no solo tiene un papel preventivo, sino que también actúa como un tratamiento efectivo en pacientes con diversas condiciones. Por ejemplo, en casos de depresión, se ha demostrado que el entrenamiento de fuerza puede ser más efectivo que los fármacos, con un 61% de los pacientes mejorando frente al 21% de los que recibieron tratamiento convencional. De igual manera, en personas hospitalizadas, ejercicios de fuerza han mostrado ser útiles para mejorar la capacidad física y cognitiva, así como reducir el riesgo de reingreso.
La prescripción adecuada de ejercicio incluye una combinación de actividades aeróbicas, entrenamiento de fuerza, y ejercicios de equilibrio, especialmente beneficiosos para las personas mayores que corren un alto riesgo de caídas. Según Izquierdo, estos ejercicios deben incrementarse gradualmente para asegurar una mejora continua sin poner en peligro la salud del paciente.
Lo que también se destaca es el potencial del ejercicio para reducir el uso de medicamentos en enfermedades crónicas. En casos de osteoartritis, por ejemplo, los ejercicios en casa pueden ser tan eficaces como los antiinflamatorios. Además, el ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina en personas con diabetes y reduce la presión arterial en aquellos con hipertensión. En términos de costos, la implementación de programas de ejercicio bien diseñados podría aliviar la presión sobre los sistemas sanitarios, especialmente en un contexto de envejecimiento poblacional.
El artículo resalta además los retos que enfrenta la integración del ejercicio en el tratamiento médico convencional. A pesar de sus beneficios, muchos médicos carecen de la formación adecuada para prescribir ejercicio de manera efectiva. Esto subraya la necesidad de un cambio cultural en la medicina, donde el ejercicio se vea como una herramienta tan válida como cualquier medicamento.
En resumen, el ejercicio se está posicionando como una «medicina olvidada» que tiene el poder de transformar la medicina moderna. Si bien los beneficios son claros, su prescripción debe hacerse con cuidado y personalización. Como destaca el artículo de El País, no se trata solo de hacer ejercicio, sino de hacerlo de manera adecuada y en la dosis correcta para que realmente funcione como una terapia eficaz.
Fuentes:
«La terapia olvidada que puede revolucionar la medicina moderna: el ejercicio» – El País (4 de febrero de 2025).
The BMJ, Mikel Izquierdo et al., «La prescripción de ejercicio como tratamiento médico».
por Jesús Canalejo | Sep 10, 2024 | Blog
La adopción de hábitos saludables, como la actividad física regular, es fundamental para mejorar la calidad de vida. No importa el punto de partida: el ejercicio puede integrarse de manera progresiva, beneficiando tanto el estado físico como mental. El comienzo de este proceso puede marcar un cambio duradero y significativo en la salud. Activital trabaja de la mano de los mejores expertos para ofrecer a sus usuarios la mejor experiencia posible, enfocándose principalmente en la mejora de la salud y hábitos de vida saludables a largo plazo.
A continuación, presentamos recomendaciones prácticas para iniciar o fortalecer este camino hacia una vida más activa.
Definir un horario adecuado según las necesidades personales
Para garantizar la sostenibilidad de la actividad física, es crucial establecer un horario que se integre de manera eficiente en la rutina diaria. Las preferencias individuales varían; mientras algunos encuentran en la mañana el mejor momento para activarse, otros prefieren liberar el estrés acumulado al finalizar el día. Identificar el momento idóneo maximiza los beneficios del ejercicio y promueve la adherencia a largo plazo.
Mantener una hidratación adecuada en todo momento
La hidratación es un aspecto fundamental del rendimiento físico, independientemente de la estación del año. El consumo regular de agua antes, durante y después de la actividad física ayuda a mantener el equilibrio de líquidos y a evitar la deshidratación, que puede comprometer el rendimiento. En entrenamientos prolongados o de alta intensidad, la reposición de electrolitos a través de bebidas específicas es igualmente importante.
Selección de vestimenta apropiada según la actividad y el clima
El uso de ropa adecuada facilita la correcta termorregulación durante la actividad física. Las prendas deben permitir libertad de movimiento y adaptarse a las condiciones ambientales. En climas más fríos, las capas ligeras y transpirables son esenciales para conservar el calor sin provocar sobrecalentamiento, mientras que en entornos más cálidos, las telas ligeras y transpirables ayudan a mantener una temperatura corporal óptima.
Progresión gradual en la intensidad del entrenamiento
Para quienes inician o retoman la actividad física, la progresión gradual es esencial. Aumentar la intensidad de manera controlada permite que el cuerpo se adapte y minimiza el riesgo de lesiones. Escuchar las señales que envía el organismo es clave para evitar el sobreentrenamiento, un factor que puede desincentivar el progreso a largo plazo.
Activital conoce a realidad de la población a la que va dirigido su programa, por lo que se adapta de manera efectiva individualmente a cada persona independientemente del punto d epartida.
Diversificar las actividades para mantener la motivación
La variabilidad en las actividades físicas no solo contribuye a una mejora integral de las capacidades físicas, sino que también promueve el interés continuo por el ejercicio. Incorporar diversas disciplinas —desde entrenamientos funcionales hasta yoga o ejercicios al aire libre— es fundamental para mantener el compromiso. Activital ofrece una amplia gama de opciones para garantizar que cada usuario encuentre la actividad que más se ajuste a sus necesidades.
Integrar la actividad física en la vida diaria
El ejercicio no debe limitarse a sesiones estructuradas. Pequeñas decisiones cotidianas, como optar por las escaleras en lugar del ascensor o realizar caminatas breves durante los descansos, también contribuyen a aumentar la actividad diaria. Estas acciones complementan las sesiones de entrenamiento y refuerzan el hábito de mantenerse en movimiento.
Buscar apoyo social para fortalecer el compromiso
El acompañamiento en el proceso de adopción de un estilo de vida más activo puede ser determinante para el éxito a largo plazo. Entrenar en grupo, unirse a clases dirigidas o contar con el apoyo de proyectos como Activital, que ofrecen planes de entrenamiento personalizados, refuerzan la motivación. Compartir metas y avances con otras personas crea un entorno de apoyo positivo y refuerza el compromiso con la actividad física.
Reconocer la importancia del descanso y la recuperación
El descanso adecuado es un componente esencial del entrenamiento. Los períodos de descanso permiten que el cuerpo se recupere y optimice el rendimiento. El sueño de calidad y los días de descanso planificados son cruciales para evitar el agotamiento físico y mental, y contribuyen al progreso sostenido en los niveles de condición física.
La importancia de iniciar en cualquier momento
Independientemente del punto de partida, siempre es posible comenzar a adoptar un estilo de vida más activo. Ya sea que se trate de una persona que ha estado inactiva por un tiempo o de alguien que busca optimizar su nivel actual de actividad, el momento para iniciar es ahora. Implementar hábitos saludables de manera progresiva tiene un impacto positivo en la salud y el bienestar general.
Comprométete con un enfoque integral hacia la salud
Comenzar a moverse no solo mejora la capacidad física, sino que también ofrece beneficios psicológicos, como la reducción del estrés y la mejora del estado de ánimo. Iniciar este proceso, ya sea de forma autónoma o con Activital, será una inversión en la calidad de vida a largo plazo. La experiencia de nuestros usuarios en fase piloto demuestra que ya en las primeras semanas se favorece significativamente la energía, fuerza y a la funcionalidad cardiovascular.
Al abordar la actividad física con un enfoque equilibrado y personalizado, es posible lograr un cambio significativo en la salud y el bienestar.
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